En las
venas de la familia Reyna corre sangre “cetácea”. Lia es una niña con apenas dos
meses de nacida y, desde que estaba en la barriga de su mamá Gianina, sabe lo
que es alentar a Delfín. Es que Gianina iba al estadio Jocay cuando estaba embarazada.
En la familia hay la costumbre de reunirse para ver los partidos del club delfinista,
entonces a Lia la dejan en el portabebés, ella luce los colores del equipo (amarillo
y azul), se queda tranquila, escucha los cánticos, a pesar de los gritos que hay,
no llora; y más bien se ríe y trata de gritar. Su tío Walther dice que ella disfruta lo que pasa
por la cara que pone.
David, de
seis años, también heredó el amor por el equipo mantense, y eso que es de
Chone. La mamá de David es barcelonista y el papá no sigue a ningún club, pero
el tío utilizó una estrategia que no le falló: “Yo le hablaba de Delfín cuando
estaba en la barriga, le cantaba, y después nació delfinista. Iba a
Chone para llevarlo al Jocay y que vea los partidos. Él llora por ver al equipo, siente los
colores, hace fiestas con la temática del club”, confesó Walther.
Martina, de
dos años, no se queda atrás y lleva en la sangre el amor por Delfín. Ella
siente la camiseta. En la familia Reyna, el que no es
delfinista, no es Reyna.
LA REUNIÓN.
Cada que juega Delfín, los Reyna se reúnen en la casa de Walther para ver los
partidos. La concentración es en la calle Oliva Miranda del barrio San Agustín
de Manta. Aquel día, la casa la decoran con banderas del equipo y los
integrantes de la familia llevan puesta la camiseta “cetácea”. Llegan entre 15
a 20 personas, pero los fijos son 12. Walther, como buen anfitrión, pone la
jaba de cerveza y su esposa le ayuda a preparar la comida.
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Los Reyna se reúnen en el barrio San Agustín de Manta para ver los partidos de Delfín. |
En ocasiones comen
gallina criolla, arroz con camarón y chancho, entre otras cosas. Pero si es de
hacer la “vaca”, nadie hace la cara fea y todos sacan dinero de los bolsillos
para comprar. El ambiente que se vive es como si se estuviera en el estadio.
Hay gritos, cánticos, reclamos, amarguras y felicidad. Nunca faltan
las bebidas, que pueden ser calientes o frías. Y ahí está Lia en el portabebés,
a un costado de la sala, al cuidado de su mamá, disfrutando y riendo en
familia. Sin embargo, ya no está la madre de Walther, una gran hincha del equipo. Ella falleció en enero, pero todos confían que sigue alentando desde el cielo.
Mantienen las
normas de bioseguridad para tratar de evitar el contagio de coronavirus: “En la
familia todos nos conocemos. Si alguien durante la semana tiene síntomas, es
preferible que no vaya para cuidarnos como se debe”, manifestó Walther.
DESPUÉS DEL
PARTIDO. La reunión no termina después de los 90 minutos. Si es sábado, se
quedan más tarde y toman lo que haya. En ocasiones hay whisky, cerveza, caña
manabita o currincho. Las conversiones sobre el partido son las preferidas y
también continúan los cánticos. Tratan de hacerlo sin molestar a los vecinos. Pero
si es domingo, beben con moderación porque lunes se trabaja.
Cántico de la familia Reyna para alentar a Delfín (haga clic para ver el video).
La familia
Reyna sigue a Delfín desde que nació el equipo, el 1 de marzo de 1989. Gerson,
hermano de Walther, jugó en el club apenas se fundó. Desde ahí han venido en
las buenas y en las malas. Ellos siguen al equipo es por los colores y no por
los resultados. El sentimiento que le tienen a Delfín es inmenso y se va heredando
de generación en generación.
4 Comentarios
Felicitaciones por el excelente trabajo periodístico que realiza
ResponderEliminarMuchas gracias por leer las notas. Para mí es algo valioso.
EliminarInteresante y reluciente, buena narración. Un saludo a los hinchas de corazón. Delfín por siempre!!
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos y éxitos!
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