Delfín y Aucas se golpearon sin temor, lucharon hasta con el último aliento para ganar en el Jocay, el duelo estuvo reñido, y significó un empate a dos goles por bando.
Era la oportunidad para comenzar con pie derecho. Se disputaba la primera fecha de la segunda etapa de la LigaPro. El partido era un vaivén incontrolable, más que todo por errores que por aciertos. Nadie tomaba por completo el control del juego.
La visita amenazaba con el triunfo, igualaron los actuales campeones con un arma letal, después los "cetáceos" volvieron a adelantarse y dejaban tumbado al rival, y cuando el Aucas parecía que se quedaba con las manos vacías, reaccionó y se llevó el empate.
El "papá" buscaba la manera de penetrar la defensiva del "cetáceo". Por eso confiaba en Sergio López, un sabio con la pelota en los pies. El juego era ajedrecístico. Los entrenadores Miguel Ángel Zahzú y Darío Tempesta movían a sus peones sin encontrar una estrategia eficaz.
Junior Benítez, el más clarito para jugar a la pelota en Delfín, trataba de conectar las líneas sin encontrar un socio con el panorama lúcido. Además, era el debut del colombiano Julián Guevara con los "cetáceos". El volante central, de perfil zurdo, tenía trazo lento y a veces imprecisiones. El problema era que los compañeros no tenían movilidad para pedir la pelota, pero trataba de quitar esas manchas con desmarques para ser opción de salida.
El juego seguía maniatado de pies a cabeza, no había espacio para la creación y se imponía quien tenía más fuerza. Un tiro de esquina fue el punto de inflexión. Los defensas centrales (Carlos Rodríguez y Agustín Ale), del club mantense, se fueron al área contraria y querían aprovechar la altura que ostentan. En la parte de atrás, se quedaron los laterales Jonathan González y Nazareno.
Los delfinistas quedaron mal parados. Con pocas armas para el combate. Ellos no se hablaron, no se comunicaron. Hubo un tremendo error. En la mitad de la cancha dejaron la pelota servida a Maximiliano Barreiro, quien siempre siguió la jugada. El delantero se avivó, jugó rápido con sus compañeros de ataque y quien sentenció fue López, y apareció la ley del ex, en el último suspiro de la primera parte. El volante anotó a los 45+2. Al portero Máximo Banguera se le pelaron los cables por recibir el gol. Los equipos se fueron al descanso.
POTENCIA. Zahzú detectó que a su maquinaria le faltaba potencia y mandó a José "el Tren" Valencia que ingrese a la cancha. El resultado fue el esperado. Delfín ganó poder ofensivo con el colombiano. El delantero activó el ataque. Los volantes estaban más participativos.
Aunque el gol del empate llegó con la táctica fija. Tempesta le temía a ese recurso de ataque del rival porque el cuadro delfinista tiene jugadores altos. El club auquista no goza de ese privilegio. Hubo un tiro libre. Benítez, dueño de la pelota quieta, envió el centro. Apareció Joao Ortiz. Cabeceó el menos pensado, un menudito al que nadie le tomó importancia, al que lo dejaron solo, y que logró impactar la pelota al palo.
El rebote le quedó al uruguayo Agustín Ale. El central había subido para conseguir el empate y lo hizo con un zurdazo, a los 60 minutos. Delfín tomó confianza y esta vez Corozo, con la batuta de Benítez, comenzó a darle dolores de cabeza a la zaga del Aucas. Lo intentó e intentó, hasta que lo consiguió. Se metió al área por la banda zurda, hizo la diagonal al centro, dejó desparramado a quien se le pusiera en frente y decretó la segunda, a los 75.
Tempesta estaba insatisfecho. Movió una pieza que le dio frutos. Entró el delantero Jorge Palacios y marcó el empate, a los 84. Al final, los clubes se dividieron honores. Fue un partido intenso, de tú a tú, de golpe a golpe.
Para la siguiente jornada, Delfín visitará a Barcelona, y será el sábado 17 de octubre, a las 19h30; Aucas deberá recibir a Técnico Universitario, el mismo día, a las 14h30.
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